jueves, 16 de junio de 2011

Contestación y agradecimiento a los comentarios realizados. Dada la extensión la publicamos como entrada (los comentarios sólo admiten cuatro mil caracteres). Pedimos disculpas por el formato dispar utilizado.

           Muchas gracias de nuevo por todos los comentarios, incluidos los disconformes. Como ya dije, de eso se trata, de crear un foro donde escuchar argumentos e intercambiar ideas inteligentes. Agradezco además el tono empleado.
            José Miguel, acepto tu crítica, pero he de decirte que no desautoriza ninguno de mis argumentos. Ya sabíamos que el disparate de las competencias básicas viene de Europa, pero eso no lo hace menos disparate (no vayas a creerte que allá arriba los legisladores son infalibles. Además, allá también están actuando las sectas pedagógicas, como luego veremos. Ergo, el resultado era obvio).  Y por cierto, ¿no chirría un poco que el producto de tan sesudas investigaciones sean unas competencias diferentes en cada país? Digo, porque los resultados de cualquier investigación verdaderamente seria son normalmente extrapolables y universalmente válidos, por definición.
Tampoco pienses que el problema de la degradación de la educación pública es en modo alguno exclusivamente español.  Al respecto te recomiendo la lectura de algunos artículos de la pedagoga Inger Enkvist (pongo algunos enlaces abajo) o, mejor aún, de su libro “Repensar la Educación” (Ediciones Internacionales, Madrid 2006), donde habla de cómo los magníficos resultados de la educación sueca empezaron a caer en picado cuando decidieron experimentar las nuevas teorías pedagógicas por parecer más “democráticos”. Ella es ahora asesora del Ministerio de Educación sueco. Artículos similares sobre la degradación educativa que están produciendo dichas teorías pedagógicas se pueden encontrar publicados en Francia, Argentina, Reino Unido, etc. No sé, a lo mejor es que casi todos los profesores del planeta son unos retrógrados... pero me parece poco probable.


http://deseducativos.com/ensayos-deseducativos/inger-enkvist/


http://mesecosicas.blogspot.com/2009/02/dogmatogafia-la-pedagogia-de-inger.html


“En esta ley me falta el entusiasmo por el Conocimiento. ¿Dónde está el amor al Conocimiento?”
(Inger Enkvist)

(por cierto, en el último enlace, hacia el final del vídeo, no te pierdas las caras de hastío y desinterés de los políticos ante las claras palabras de la pedagoga. Digo, para que no vayamos a creer que aquellos están interesados en resolver los problemas educativos).

            En cuanto a tu comentario de que “no debemos llenar de conocimientos a nuestros alumnos sino hacerlos competentes”, no puedo estar más en desacuerdo, y al respecto te recomiendo vivamente la lectura de la nueva entrada de este blog titulada “Kevin, por favor, deja de dar golpes con el boli en la mesa”, de la filósofa y profesora Esther Terrón. Yo sí creo que debemos llenar de conocimientos los cerebros de nuestros alumnos, y deseo que llenen los de mis hijos con todos los conocimientos que puedan asimilar, cuantos más mejor, como hicieron con el mío. Y es que sin conocimientos no es posible ser competente, ni reflexivo, ni crítico ni, lo sabemos, disfrutar de buena parte de la vida. 
 Dices también que en Secundaria “no deberíamos impartir conocimientos específicos sino formar ciudadanos competentes, nada más”. Eso parece un falso silogismo: es imposible. No se puede ser competente sobre nada. “Ser competente” en algo significa que tienes tus conocimientos sobre ese algo tan bien asimilados y ordenados en la cabeza que los puedes manejar con suma habilidad. Pero no se puede ser competente sin conocimientos específicos que manejar, igual que no se puede ordenar una habitación vacía o jugar al ajedrez sin piezas. Y por cierto, Antonio C., tu argumento de que un alumno puede aprobar todo y aún así no ser competente también es falso y ahonda por desgracia en el lugar común favorito de nuestros políticos y pedagogos (no todos), consistente en que la culpa del fracaso escolar es de los profesores, que enseñamos contenidos sin aplicación y usamos metodologías arcaicas. Pero basta que te acerques a un colegio privado o concertado e incluso público de determinadas zonas (lugares todos ellos dónde, a efectos prácticos y con la aquiescencia de las autoridades educativas, aún no ha entrado ni la LOGSE ni se la espera... curiosísimo) y observes la altísima competencia que sus alumnos tienen para que comprendas lo desacertado del argumento (colegios en los que, por cierto, estudian y estudiaron los hijos de los padres de las distintas leyes educativas, así como los de los pedagogos que elaboran las peregrinas teorías de las que hablamos. A sus hijos, claro, les va estupendamente). Y no te engañes,  eso no sucede porque allí apliquen pedagogías muy modernas y enseñen por competencias básicas. No, es mucho más sencillo: sucede porque esos centros tienen la capacidad de ser exigentes con los alumnos, así como por la implicación de estos y sus familias hacia la formación (por causa social y cultural, probablemente, pero ese es el hecho) y porque allí un alumno aprobado realmente ha aprendido los contenidos de la asignatura, cosa que no siempre ocurre en la enseñanza pública. Claro que si te referías a que en la enseñanza pública actual aprobar o pasar de curso no siempre significa haber aprendido algo, estoy de acuerdo. Pero que aprender de verdad implica ser competente, no te quepa la menor duda. Y lo que estamos haciendo actualmente es abrir una brecha injusta (y aterradoramente grande) entre los alumnos de la pública y los de la privada, cuyo alumnado a los doce años hace cosas que los nuestros de cuarto ni entienden.
            La triste realidad es que estamos cerrando el paso a un alto porcentaje de alumnado procedente de las clases subalternas que, con este sistema, jamás podrán competir con los hijos de las élites económicas y/o culturales (de las que tú y yo, por cierto, formamos parte): cercenamos futuros de hijos que no son nuestros. Y eso es indecente. Dice Esther Terrón (y otros pensadores) que quizá no sea un accidente y que todo esté perfectamente planificado, y es posible que así sea. Por eso mis hijos, o los tuyos, nunca tendrán competencia en un Kevin con su bolígrafo. Y por eso tenemos que rebelarnos. Porque no podemos convertirnos en cómplices de un sistema que desemboca en una estratificación social injusta. La cuna no puede determinar el lugar que debería dictar la capacidad, el mérito y el esfuerzo. Es de justicia y de sentido común. Somos docentes y estamos para enseñar. Enseñar para que mejoren. Porque mejorando nuestros jóvenes mejoramos todos. Al igual que nuestra generación mejoró la realidad de la de nuestros padres. Porque es la única forma de que una sociedad no se anquilose y avance. Eso es lo decente. No me tildes de demagogo, por favor. Ya sé que tú también pretendes lo mismo, lo acepto. Pero la realidad de los jóvenes en edad escolar es la que es. Y porque nos ponemos en su lugar, debemos rebelarnos. Porque ellos no tienen ni idea, no ya de dónde les vienen los palos, siquiera de que los están recibiendo. La ironía histórica de este Sistema Educativo (amamantado desde la LODE y el bachillerato experimental) es que, a través de un discurso que suena a progresista, tremendamente agradecido en su verbalización, hemos permitido un mecanismo educativo de reproducción social casi perfecto, que consigue lo contrario de lo que dice pretender.
Decimos lo que decimos y discrepamos en lo que discrepamos porque disfrutamos haciendo lo que hacemos y nos encanta nuestra profesión. Al igual que tú, por supuesto. Pero lo que cuesta entender, desde hace tanto tiempo, es observar entre algunos compañeros la tozudez dogmática con que se enfrentan a una realidad lamentable que es evidente no sólo para los docentes (la lista de expertos e intelectuales que han denunciado reiteradas veces el desastre educativo español pasa por Antonio Muñoz Molina, Fernando Savater, Pérez-Reverte, César Molinas...).  El mecanismo, si se me permite la expresión, recuerda a la fe del converso: yo veo la Luz de la Verdad, y si la realidad no concuerda con la misma no es porque mi Verdad sea falsa, sino porque los demás son unos ignorantes en la fe y no la ven. Pero en verdad os digo que, en cuanto todos la vean, el mecanismo funcionará. Aleluya.

            Ojo, lo dicho no significa que no haya cosas que mejorar entre nuestro profesorado, que las hay y muchas. Simplemente, como ya dije en otro comentario, es que no es ese el problema principal. Nos estamos equivocando de problema.
            También pareces dejar caer que los profesores nos negamos a formarnos porque no queremos actualizar nuestros métodos. No hay nada más falso. Como coordinador de formación organicé una ponencia en mi instituto, justamente sobre competencias básicas, y para adecuarla hice una encuesta previa para averiguar el grado de formación de mi claustro: prácticamente todos habían asistido voluntariamente a cursos de formación sobre programación y evaluación por competencias. Asimismo, todos afirmaban no haber aprendido nada, o que eran una sarta de obviedades, o que estaban totalmente alejadas de la realidad del aula, o que eran inaplicables... curiosamente, también organizamos unas charlas sobre el uso de la plataforma Moodle como herramienta docente en secundaria y el lleno fue absoluto, incluso hubo que repetirlas. Pocas semanas después, en mi centro teníamos instalado Moodle y ya había profesores dando los primeros pasos. No, Antonio C., la mayoría de los profesores no nos negamos a formarnos ni a reciclarnos. Lo que no queremos es perder el tiempo, así de simple. Y que sea tan difícil encontrar un ponente bueno de competencias sugiere lo poco consistente de esta reforma.
Mira, cuando aparece una nueva técnica en medicina, por poner un ejemplo, si realmente aporta una mejora todos los médicos está deseando actualizarse y aplicarla. Y cuando no funciona ni aporta nada, pues lo desechan y no pierden el tiempo. Y lo mismo sucede con los demás profesionales, así de simple. Eso no es ser un retrógrado: es tener capacidad de discernimiento y sentido crítico.
Por cierto, fue uno de esos ponentes quien afirmó que no era importante que los alumnos supieran la tabla de multiplicar ya que, total, siempre podían contar con los dedos, no me lo estoy inventando yo. Cierto que en ningún lugar dice que no haya que aprenderlas. Pero la realidad es que, en un alto porcentaje, nuestros alumnos no las saben. Pero los alumnos de los colegios privados y desde luego tus hijos y los míos sí se las saben y las dominan, no te quepa duda. Algo está fallando, digo yo. ¿O es que se trata precisamente de eso...?
           
            También cargas, al final de tu intervención, contra la selección de los alumnos. Vamos con más demagogia: ¿pretendes obviar que vivimos segregados por mecanismos que, mientras estemos en este lado de la sociedad, mejor no desenmascarar? ¿El reparto social por barrios es aleatorio y casual? ¿Y que por eso mis hijos y los tuyos van al colegio que van y Kevin, con sus bolis, va al que va? No termino de entender por qué tipo de complejo eso de seleccionar alumnos os suena a nazismo, como si los quisiéramos seleccionar para el matadero. El rechazo a la selección es otro de los dogmas que más daño hacen al sistema y a los propios alumnos (y me refiero a todos, también a los que desean otro tipo de salida formativa que debería ser igual de digna y que nosotros nos empeñamos en negarles en una especie de “despotismo ilustrado” educativo). ¿Por qué algo que se da por descontado en el resto de ámbitos de aprendizaje (cursos de esquí, academias de idiomas, etc) donde lo primero que se hace es dividir al alumnado por niveles y capacidades para atenderlo mejor, es una especie de blasfemia en la ESO? Y otra pregunta: si no hay que dar tantos contenidos sino hacer a los alumnos competentes, y sabiendo que no hay mejor desarrollo de la competencia que el ejercicio práctico de lo aprendido, ¿por qué es otra blasfemia que los alumnos que lo deseen terminen su formación hasta los 16 en una rama profesional, como aprendices, y se les obliga a permanecer en las aulas, que pocas competencias más están proporcionándoles?
            De todas formas, como persona constructiva que soy (que no constructivista), quisiera pedirles que ustedes, que sí han comprendido la filosofía de las competencias básicas, nos pusieran un ejemplo de un tema cualquiera comentando cómo se suele enseñar ahora, cuáles son los errores de ese método y cómo se debería abordar más eficazmente a través de las competencias básicas.
            Finalmente, comentarte que por supuesto he visto los ejercicios de las pruebas PISA, y he de decirte que son problemas que tú y yo resolvíamos por docenas en sexto y séptimo de EGB. En aquella época no había competencias básicas, constructivismo ni TICs. Entonces, ¿por qué se le hace cuesta arriba a un porcentaje tan elevado de alumnado de la ESO? ¿Será porque ahora todo el profesorado es malísimo? No seamos simples, por favor. ¿Qué ha pasado realmente? ¿En qué estamos participando? Si recuerdas, nuestro primer ciclo de EGB consistió, básicamente, en hacer cuentas, problemas, dictados y redacciones, y en memorizar unas cuantas cosas. Actividades todas ellas arcaicas y obsoletas según los modernos pedagogos,  pero que nos han llevado a ambos a terminar una carrera superior, aprobar una oposición, ser autónomos para adaptarnos a diferentes trabajos y a las nuevas tecnologías (que entonces ni existían) y estar ahora aquí, con una sintaxis y una capacidad de expresión envidiables, “charlando” por internet sobre la inutilidad de los antiguos métodos de enseñanza y las bondades de los nuevos...


Ignacio R. Alemparte y Antonio Hernández

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