domingo, 15 de mayo de 2011

POR QUÉ NO CREO EN LAS COMPETENCIAS BÁSICAS

    Muchas y muy intensas son las discusiones estos días en los claustros de nuestros institutos para tratar de hallar la cuadratura del círculo. Me refiero a la confección de un documento o protocolo para evaluar, al término del presente curso, si todos y cada uno de nuestros alumnos han  alcanzado o no las famosas competencias básicas. La existencia comprobada de tales debates interminables, así como la ausencia absoluta de un modelo al respecto avalado por la Administración, que nos ha regalado (de manera un tanto sospechosa, pues no se suele caracterizar precisamente por consultar a los docentes antes de tomar sus decisiones) la posibilidad de gestionar nosotros mismos este galimatías, harían pensar a cualquier neófito en el asunto educativo que dicho objetivo sea acaso más difícil de lo inicialmente pensado.

            Y de hecho, no es que sea difícil: sencillamente, es imposible.

            Un altísimo porcentaje de los profesores (también lo he comprobado) sospechan que esto de las competencias básicas, que tan bonito suena, es en realidad un disparate. Se lo dicta su experiencia y su sentido común, aunque no siempre resulte fácil explicarlo. Y no me extraña. La verdad es que suena bien. Es como una meta superior, un ir más allá, algo así como olvidar la importancia aburrida de las arcaicas asignaturas de toda la vida para centrarse en un objetivo más noble, cual es una especie de formación integral de los alumnos que los lleve a ser “capaces”.

            Y, con todo, el tinglado de las competencias básicas es un sinsentido como tantos otros de nuestro actual sistema educativo. Trataré de argumentarlo en tres puntos, que expondré por orden inverso de importancia.

            En primer lugar, deberíamos entender algo que a buen seguro no se les escapa a los profesores de física: en cualquier ámbito de la vida, cuando trato de evaluar en unidades distintas a aquellas en las que mido, el resultado siempre es absurdo. Pondré un ejemplo: muchas de las empresas de suministro de agua  contabilizan el consumo en metros cúbicos, que es lo que mide el contador, pero tarifican en tramos de diez. Así, una persona que a base de concienciación y esfuerzos ahorre agua y gaste, pongamos por caso, tres metros cúbicos al mes, pagará lo mismo que un vecino derrochador  y desconsiderado que deje los grifos abiertos y llene su jacuzzi todas las noches, consumiendo nueve. Miento: el primero pagará mucho más, pues a él cada litro le costará, comparativamente, el triple que a su vecino. Es decir, si se mide en metros cúbicos, se debería cobrar en metros cúbicos, y si se desea tarificar de diez en diez, debería medirse igual. Lo contrario nos lleva siempre a situaciones disparatadas como la expuesta. Lo mismo sucedía antes con las tarifas telefónicas, en las que se contaban segundos pero se cobraban minutos.

            Pues bien, cuando todo el sistema educativo se basa en asignaturas (sí, ya sé que ahora se debe decir “áreas” o “materias”, pero si no me creo el tinglado de las competencias básicas permítanme que tampoco me trague el cuento de las nomenclaturas innovadoras), es simplemente absurdo tratar de evaluar por competencias. Si se quiere evaluar así, habrá que organizar la docencia entera por competencias: ojo, la docencia entera, no solamente la programación. Debería existir la asignatura de “aprender a aprender”, así como la de “interacción con el mundo físico”, y sus respectivos departamentos y especialistas. Sin embargo, no es así. Pero no crean que el sistema, como parecen querer transmitir los pedagogos, se basa en asignaturas porque seamos arcaicos y no queramos adaptarnos a los nuevos tiempos: no, el sistema se basa en asignaturas porque es en lo que tiene que basarse, como ocurre desde que existe la educación y como luego argumentaré. Esta primera paradoja da pie a muchas de las situaciones que se están planteando estos días en los claustros, que tantas discusiones provocan y que los profesores se ven incapaces de solucionar (lógicamente, pues no se puede solucionar algo que es absurdo), como podría ser que un alumno tuviese suspendida la asignatura de lengua pero aprobada la competencia lingüística. Es decir, que fuese incompetente en aquello en lo que es competente.

            En segundo lugar, la pretensión de evaluar a un alumno de secundaria por sus competencias, si echamos un vistazo a la redacción de cualquiera de ellas, suena realmente a fuegos de artificio,  casi a estafa. Pretender, por ejemplo, que tras cuatro años recibiendo clases de cálculo, geometría, álgebra, ecuaciones y sistemas, funciones, estadística, trigonometría y un largo etcétera de contenidos por parte de profesionales especializados, un joven de dieciséis años deba simplemente “poseer habilidad para utilizar y relacionar números, sus operaciones básicas y el razonamiento matemático para interpretar la información, ampliar conocimientos y resolver problemas tanto de la vida cotidiana como del mundo laboral”, es decir, saber poco más que los números, hacer cuentas básicas y calcular cuántos billetes y monedas debe darle a la cajera del supermercado es, simple y llanamente, ridículo, así como un insulto al alumnado, a sus familias y a la labor de los profesores. De hecho, las competencias no deberían ser los objetivos de una educación secundaria seria sino, en muchos casos, las bases de arranque de la misma. Manejar los números, las cuatro operaciones básicas y una cierta capacidad de razonamiento lógico es lo mínimo que debería exigirse en matemáticas a un alumno que ingresa en primero de la ESO.

            Finalmente, y como argumento más decisivo, diremos que la concepción de las competencias básicas como objeto de aprendizaje y evaluación es una absoluta falacia en cuanto que son una generalidad, y no se puede ni dar clase ni evaluar generalidades. Las generalidades están bien para entendernos, como recurso del idioma, pero en la vida real deben concretarse, desmenuzarse y materializarse en pequeñas partes identificables, explicables y aplicables, porque todo el saber, en general, se plasma en saber hacer cosas concretas. Y, por supuesto, evaluables. Veamos otro ejemplo. Todos estaremos de acuerdo en que la cocina de Ferrán Adriá es excelente. Es un buen cocinero. Tendría aprobada la competencia “saber cocinar”. Ahora bien, ¿qué significa exactamente eso de “saber cocinar”? ¿Que sus tortillas son muy ricas? ¿Que deja la pasta al dente? ¿Que da a sus platos perfectamente el punto de sal?  Pues sí, todo eso, y cientos de cosas más. Cuando afirmamos que ese hombre es buen cocinero, estamos afirmando que hace bien muchísimas cosas concretas que configuran el arte gastronómico, tantas que, por brevedad, debemos usar una expresión generalista como es “saber cocinar”. Ahora bien, usamos esa expresión simplemente para entendernos, pero de ninguna manera le damos rango de estructura de aprendizaje. De la misma forma, cuando Ferrán Adriá fue a la escuela de cocina no le enseñaron a “saber cocinar”, así, de golpe, en una asignatura que tuviese ese nombre. No, le enseñaron a identificar la calidad de los alimentos (atención: uno por uno, no la de “todos” los alimentos en general), su comportamiento frente a los diferentes tipos de cocción, las operaciones mecánicas y químicas, la confección y presentación de los platos y muchísimas cosas más que hubo que desmenuzar en asignaturas diversas, a su vez divididas en temas y estos en epígrafes, y con montones de ejercicios prácticos. Y, por descontado, cada una de ellas impartida y evaluada por el correspondiente especialista. Así se pueden enseñar cosas, pueden ser asimiladas por los alumnos y podemos evaluarlas los profesores. Y, como consecuencia de todo ello, el señor Adriá ahora “sabe cocinar”.

            La enseñanza se ha articulado siempre en asignaturas concretas porque la vida real se plasma en cosas concretas, no en vaguedades como  capacidad del alumno para buscar, obtener, procesar y comunicar información y trasformarla en conocimiento, o capacidad de utilizar correctamente el lenguaje tanto en la comunicación oral como escrita. La última versión de este desvarío es pretender que, en realidad, lo que ocurre es que los profesores “enseñamos mal” las asignaturas y por eso luego se verifica que los alumnos no saben aplicar sus conocimientos, es decir, son “incompetentes”. Idea bastante peligrosa que lleva a afirmar cosas tan insensatas como que los contenidos son secundarios y lo que importa es ser competente, como si ello fuera posible  (vamos, que no hay que empeñarse en que los alumnos aprendan la tabla de multiplicar, mientras puedan hacer las cuentas aunque sea con los dedos: la mediocridad elevada al rango de objetivo de aprendizaje). (Me pregunto si quienes pregonan tales desvaríos estarían dispuestos a aplicarlos sobre sus propios hijos, permitiendo que terminen la primaria sin saber, por ejemplo, las tablas de multiplicar). Lo más curioso es que estas corrientes en ningún momento se plantean que si existen alumnos que terminan la ESO sin desarrollar sus competencias es, a lo mejor, porque un sistema ingenua y absurdamente garantista permite que pasen de curso con todo suspendido jóvenes que, por las razones que sea, no tienen el mínimo interés en aprender lo que allí se les ofrece. Es decir, que no saben hacer nada porque simplemente no han aprendido nada, y no porque el sistema de asignaturas sea un error pedagógico. A buen seguro, si el sistema aparcase sus dogmas buenistas de cuento de hadas y ofreciera alternativas educativas realistas a estos alumnos por la vía de la preparación profesional, brillarían sus talentos y se demostraría con claridad meridiana cuál es el verdadero error pedagógico.

            Hay quien argumenta, finalmente, que lo que ocurre es que las competencias precisan una minuciosa concreción curricular, especificando punto por punto qué se va a enseñar en cada momento y cómo se va a evaluar. Me parece perfecto, pero ese es exactamente mi argumento número uno: que eso ya se hace con las asignaturas, y si las que hay no nos gustan, habrá que inventar asignaturas nuevas o mejorar las existentes, pero no enseñar a través de unas y evaluar a través de otras.

            Las competencias, en cualquier ámbito educativo, se desarrollan, indefectiblemente, cuando un sistema educativo basado en asignaturas con contenidos bien escogidos, ordenados y estructurados y a través de profesores especialistas motivados y bien entrenados (con metodologías más antiguas o más modernas), enseña cosas concretas a unos alumnos que trabajan adecuadamente en el aula (porque el sistema así lo propicia) y los evalúa paulatinamente de sus avances. Si los alumnos demuestran que saben hacer bien al menos la mitad de las cosas que se les han enseñado, se les considerará aprobados en la asignatura. Y un alumno que aprueba todas las asignaturas tendrá las competencias desarrolladas, porque no puede ser de otra forma. Mejor o peor, porque todos somos distintos y el talento también existe, pero será competente.  No todos los que salieron de la escuela de cocina son tan geniales como Ferrán Adriá, pero sin duda a todos se les puede aplicar la generalidad de “saber cocinar”. De la misma forma no todos los dentistas son igual de buenos, pero en cualquier caso todos ellos llegaron al conocimiento que avala su título a través del aprendizaje de miles de cosas concretas de las cuales fueron evaluados. Exactamente igual que cuando toda persona aprende cualquier cosa, desde tenis hasta física cuántica: el conocimiento se desmenuza, se divide y se concreta.

            No se puede enseñar a un alumno “competencia matemática”, “competencia para la interacción con el mundo físico” o “competencia artística”, ni evaluarlo de esas competencias ni de ninguna otra. Se le pueden enseñar y evaluar las tablas de multiplicar (una por una), las operaciones (una por una y a base de hacer docenas de ejercicios), a resolver problemas de diversa índole, los estilos artísticos, las notas musicales, la ley de la gravedad, la condensación de vapor de agua en las nubes y una larguísima serie de cosas concretas al final de las cuales, si el sistema es serio y el alumno ha aprobado por méritos propios y no ha pasado de curso por imperativo legal, será competente, no lo dudemos.
                 Lo demás es buscar tres pies al gato y, lo más peligroso, es echar balones fuera acerca del verdadero origen de nuestro fracaso escolar. 


                                                                   Ignacio Rodríguez Alemparte
Profesor de Tecnología en el IES Guaza. Tenerife
Secretario del IES Guaza para el período 2011/12-2014/15

25 comentarios:

  1. Saludos. Argumento razonable lógico y sensato, todo lo contrario del que muestra nuestra clase política ( mal endémico de este país).
    Otro argumento más, simplemente comparar con datos reales lo que hacen nuestros vecinos europeos y lo que hacemos nosotros ( horarios, materias, medios, sueldos,gasto PIB en educación, FP, vacaciones, etc. etc.) y el peso de la evidencia caerá como la manzana cae por sí misma.
    Citando la famosa frase cinematográfica:
    "Hay que cambiarlo todo, para que nada cambie" para nuestra desgracia, la educación.

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  2. Esto lo pensamos todos, pero nadie dice nada. Como siempre, la docencia acatando y callando... aceptando los sinsentidos de la Administración.

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  4. Me ha gustado su apelación al sentido común, y la necesidad de contar con criterios operativos, en cuanto coloca este debate en sus justos términos: toda la operatoria de la competencias básicas, terminará como terminaron otros intentos semejantes en los años 80. Me temo que los debates sobre la evaluación de esta forma, o aquella otra, solo tienen una finalidad, "salvar las apariencias", y no reconocer el profundo fracaso de esta escuela, empeñada en darle café a todo el mundo, cando hay personas que aborrecen el café, a otras le gusta el té, y otras ni lo uno, ni lo otro.
    Una pregunta para los colegas y nuestros responsables sindicales, ¿cuándo vamos a hablar de ratios? ¿cuándo nos vamos a enfrentar con la simplificación del currículo, la vuelta a lo básico? ¿cuándo vamos a evaluar externamente el sistema en primaria ya en quinto ya en sexto, con resultados vinculantes a lo hora de enseñar en el curso inmediatamente superior? Ídem, en tercero o cuarto?¿ ¿Qué tareas queremos que el alumnado desarrolle? Dice un viejo adagio, que el saco tiene la forma de aquello que lleva dentro. Quisiera que me hablaran de la forma del saco de las competencias. ¿Cuáles son las formas -los contenidos- de las competencias básicas? ¿sólo una? ¿varios?. Este tipo de debate es inútil, agotador y sobre todo oculta lo realmente importante, que el 51,3% de la población española conforme a datos del 2008, no posee, ni cualificación de Formación Profesional ni universitaria. Y que casi un 28% ni siquiera titula la Educación Secundaria Obligatoria. Salud, buen día.

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  5. Hola. Me parecen muy acertados los argumentos y es una sorpresa para mí que no haya aquí 3000 comentarios al respecto.Todos los compañeros que leen el artículo y lo comentan en la sala de profesores están de acuerdo, pero no dan un paso más. ¿Es que no somos compententes en las TIC? Estoy totalmente de acuerdo, nos piden enseñar una cosa y evaluar otra, y no nos dicen cómo se hace eso, porque sencillamente no saben cómo se hace (si es que se puede). Creo que deberíamos ser más sensatos y reivindicativos como profesionales y decir las cosas claras, como el compañero. Un saludo desde Las Galletas.

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  6. Estoy totakmente de acuerdo con lo planteado, tanto en el manifiesto como en lo dicho por los compañeros en los comentarios. Especialmente por lo planteado por Remedios. Por tanto propongo comentar los manifiestos, si no apetece alargarse, con la leyenda: ESTOY DE ACUERDO CON LO PLANTEADO EN ESTA ENTRADA. Quizás sea una forma de reconocer y apoyar a los compañeros y compañeras que han reflexionado y, lo más importante, han compartido dicha reflexión. Un saludo

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  7. ESTOY DE ACUERDO CON LO9 PLANTEADO EN ESTA ENTRADA. Un saludo

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  8. Esta mañana, cuando después de decir que en 1º de primaria no era obligatoria la evaluación por competencias, me salen con que sí que hay que hacerla, he pensado que no hay funcionarios más borregos que nosotros, que vemos que es un galimatías imposible y que implica dejar de tener vida más allá de la enseñanza (por las horas que hay que dedicar), y no hacemos NADA.Bueno, sí que hacemos, volvernos locos con las tablas de peso y empezar a poner A, B, C, D basándonos en lo de siempre: si es muy bueno, A; si suspende, D...lo mismo, pero tardaremos el triple. ¡Horror! ahí tengo los impresos y ninguna gana de pasarme tarde y noche con este rollo para la sesión de evaluación de mañana.

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  9. Hola, reenvío este artículo a todos los profes que conozco, porque
    estoy de acuerdo con el 80 o 90 % de los argumentos. Yo añadiría algún
    otro, y recuerdo a Lola y otros profes alucinando con la
    irracionalidad a que nos someten de vez en cuando. Pero al menos me
    complace ver que muchos compartimos ciertos puntos básicos, sencillos,
    casi de sentido común: lo que le diríamos a un amigo que nos pide
    consejo sobre los estudios de su hijo. Tal vez podríamos aprender de
    los jóvenes que se han hartado, y elegir un par de personas razonables
    por claustro para que se reúnan a sacar una lista breve para quien
    corresponda. Yo en esa lista propondría el siguiente punto:
    ¡POR FAVOR, NO INSULTEN MÁS A NUESTRA INTELIGENCIA Y A NUESTRO TRABAJO
    CON MÁS CHORRADAS CADA 4 O 5 AÑOS! SI ACASO, PREGÚNTENNOS QUÉ PUEDEN
    HACER PARA MEJORAR NUESTRO TRABAJO.
    Saludos, Agustín

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  10. El tema de las competencias básicas es sangrante, de verdad, y cada vez más irritante. Horas, horas y horas le hemos dedicado en mi centro a estudiarlas, intentar entenderlas, mal meterlas en nuestras programaciones. Papeles y más papeles. No tengo ni idea de donde viene la brillante idea. Pero la o las cabezas pensantes que idearon el tema olvidaron muchos, muchos, pero que muchos detalles que ahora, no sé por qué, nosotros hemos asumido la responsabilidad de solucionar. Es algo así como si el ‘Ingeniero’ le dijera a los peones de obra que tienen que construir el puente, tan necesario para mejorar la ‘circulación’, pero no les diera los planos ni los materiales para hacerlo, no les dijera donde cimentarlo y encima quiera convencerlos de que no solo son los culpables de la falta de ‘circulación’ actual, sino que además serán ellos los culpables si el ‘proyecto’ fracasa.
    Tablas de pesos que nos hemos sacado de la manga. Cada centro la suya, venga. Y qué me dicen de la hoja por alumno para la toma de decisiones. Primero, cada cual, incluso dentro de un mismo departamento, trabaja cada competencia como Dios le da a entender. Cada uno estima la adquisición de cada competencia por el alumno, en su nivel correspondiente, como Dios le da a entender. Eso sí, una vez valorada la competencia correspondiente la metemos en una supertabla, que calcula y ‘decide’ en función del peso de cada área si será A, B, C o D el resultado final. Cuando nos damos cuenta de lo inviabilidad de la supertablita, volvemos y cambiamos nuevamente la tabla de pesos. Entonces nos damos cuenta de que algunos departamentos decidirán sobre la adquisición de un montón de competencias y otros tan sólo de alguna de ellas.
    Bueno, que quieren que les diga, estoy cansadito. Soy de los que va al instituto rapidito para no perder un minuto, son muchas las cosas que hago y muchas más las que me gustaría poder hacer allí. Lo paso mal cuando pierdo el tiempo y nunca antes había tenido la sensación de estar perdiéndolo tanto como ahora.

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  11. La única CC.BB viable para introducir en la escuela no existe: "Aprender a pensar". Un 10 al autor o una "A" si lo prefiere...

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  12. Estoy totalmente de acuerdo con lo expuesto en el artículo. Un saludo

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  13. Yo sólo quería comentar que mis hijos ya han terminado la Secundaria y que no tendrán que seguir padeciendo ineptitudes obligatoriamente, ni de la administración ni del profesorado, ahora sólo les queda la ineptitud del mundo universitario.
    Independientemente del debate, CCBB sí o no, pedagogía sí o no, emana de la conversación una desidia patética y muy dolorosa cuando hablamos del futuro de nuestros jóvenes. Por eso yo creo que los Físicos (buenos) deberían trabajar en la NASA y dejar la educación para el Magisterio (antes, obviamente, hay que mejorar la formación de éste).
    Espero que no haya mucha gente más así aunque la experiencia me demuestre lo contrario.
    Comento sin ira, con mucha tristeza y sintiendo que aunque como madre ya no tenga este padecimiento, como maestra me duela leer lo que leo.
    Con o sin administración, podemos acabar con el fracaso escolar en su mayor parte. Nosotros podríamos, sólo hay que querer... parece mentira que la mayoría de la docencia sea también padre o madre y no pueda ponerse en el lugar del otro.
    Lo siento de veras.

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  14. Suscribo todas las palabras de la compañera @Lola, y además añado que algo muy mal se debe estar haciendo en ciertas instancias para que pase esto.

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  15. Menos mal de que he leído este blog, esta mañana tenia la sensación de que mientras calificaba las competencias de mi alumnado, me las estaba inventando, ahora tengo la CERTEZA de que me las estaba inventando.

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  16. Lo siento. Debe ser agobiante ir al IES cada día en esta situación.
    Yo me lo replantearía.

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  17. Exacto. No se puede evaluar competencias si no se sabe como evaluar competencias. Hasta ahi he llegado. La cuestión es ¿estamos dispuestos a comprender como se evaluan las competencias? Porque para eso hay que formarse.
    En cuanto a la historia del buen cocinero. Ferran Adriá es buen cocinero porque aprendió las carácteristicas de cada alimento por separado, el tiempo de cocción y alguna cosilla más. Falso. Ferran Adriá es buen cocinero porque además de "Saber" todo eso supo como aplicarlo. Esa es la competencia de "saber cocinar". No se se trata que los alumnos aprendan más cosas. No sé donde pone que los alumnos no se aprendan la tabla de multiplicar. Se trata que lo que aprenden lo sepan aplicar. No solo el día del examen. No se trata de cambiar las asignaturas. Ya tienen demasiadas. Se trata de que se trabaje más en equipo. Y esa es nuestra asignatura pendiente.
    ¡Ah! Otra cosa. Las competencias son otro tipo de aprendizaje. Creo que ahi radica la dificultad para aceptar los cambios. La señal de que no se ha entendido lo que son las comptencias es la afirmación de que si se aprueba todo se han adquirido las comptencias. Puede que si puede que no. Depende de la metodologia que haya empleado el profesor.
    No se trata de modificar todo nuestro trabajo, sino que este tenga una relación con el mundo real, que los conocmientos de los alumnos les sean útiles en el futuro.
    A propósito ¿Alguién ha observado el contenido y estrutura de las pruebas PISA?
    Porque las pruebas Pisa no son pruebas de matemáticas, física o ciencías de la naturaleza, por separado. Antes de nada recomiendo un examen atento y detenido de ello.
    Por cierto, muy buena la idea de apartar a los alumnos. Y muy original también. Asi sí que se acaban los problemas. Si sigue la seleción acabarán con los alumnos. Y con los profesores.
    Bueno, por ahora vale.

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  18. Buenas tardes
    Agradezco todos los comentarios hechos. Justamente ese es el objetivo de este blog, crear debate y escuchar ideas inteligentes. No pretendemos ser infalibles, desde luego, aunque por supuesto pensamos lo que decimos y creemos que tenemos razón, pero en ningún momento piensen que soy una persona cerrada. Al revés, soy bastante autocrítico y opino que podemos mejorar mucho nuestra docencia, sobre todo a nivel metodológico. Pero no creo que sea ese el problema principal. Y observo cómo los docentes asistimos, reforma tras reforma, a leyes extrañas (léase “ocurrencias”) que no solucionan los problemas reales de la educación. Creo que hay que recuperar el valor de las CLASES, las buenas clases bien impartidas, pues esa y no otra es nuestra profesión y nuestro talento. Y es ese un valor que yo reivindico. Como todo el mundo he tenido profesores buenos y malos, y los mejores que recuerdo no usaban pedagogías extrañas, tablas de competencias o jergas mareantes. Llamaban a las asignaturas, asignaturas, y a los ejercicios, ejercicios. Su clase era sencilla, clara y eficaz. Usaban tiza, pizarra e ilusión, tenían talento y explicaban muy bien. Yo, en plena era digital, disfruto intentando emularlos utilizando los medios propios de estos tiempos. Y con la misma ilusión que ellos Éramos 45 en el aula. Y TODOS aprendíamos cosas con ellos y disfrutábamos aprendiendo. Uno de ellos, ya en la universidad, me dijo una vez dos cosas muy importantes: primero, que el error más frecuente que cometemos las personas es equivocarnos de problema. Segundo, que para solucionar un problema hay que olvidar el status y descender a las fuentes, informarse preguntando a quienes están en primera línea y trabajan con ello día a día.
    Ninguna de las dos premisas es cumplida por nuestros engreídos legisladores, que hacen leyes nadie sabe para qué, sin preguntar jamás a los profesores su opinión. Y es ese ninguneo y ese goteo incesante de leyes absurdas que no se sabe a qué vienen y que solo suponen más trabajo en balde (a los profesores, que nadie se engañe, nos gusta trabajar. Lo que no nos gusta es trabajar para nada: eso es alienante para cualquier trabajador) es lo que tiene a los docentes desmotivados. ¿Por qué la administración tiene esta política? Buena pregunta. Hay dos respuestas, la triste y la terrible. La primera es: por incompetencia. La segunda... porque puede que todo esté perfectamente planificado. En esa idea ahonda el próximo artículo. Ya nos dirán.
    Saludos cordiales
    Ignacio R. Alemparte

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  19. Visto el artículo y los comentarios, creo que voy a ser el que da la otra versión de la educación. Para empezar, las Competencias Básicas no es un invento español, sino que son el resultado de varios años de trabajos y estudios realizados a nivel europeo por todos los países de la UE. El listado de competencias básicas puede variar en función del país, pero lo fundamental está en todos.
    La educación por competencias es la idea de formar ciudadanos competentes en la sociedad actual. Para ello, se hicieron estudios a nivel de enumerar qué debía saber, saber hacer y saber ser un ciudadano europeo para poder integrarrse en nuestra sociedad y acceder con éxito al mercado laboral. No es flor de un día, ni la idea de un iluminado del gobierno, sino que es el resultado de muchísimo trabajo.
    La idea de convertir las "asignaturas" en Competencias, ya se barajó en su momento, pero resulta que ese cambio sería una verdadera revolución en la educación, por lo que supondría un cambio en las especialidades del profesorado, etc... y, entonces si que hubiéramos dicho que eso era un disparate. Se ha utilizado la vía intermedia, mantener las "asignaturas" pero incluir las competencias básicas como objetivo fundamental. Si leemos las competencias veremos que hay competencias "Transversales" como aprender a aprender, TIC, etc... que se pueden desarrollar con cualquier "asignatura", mientras que hay otra competencias muy específicas como podría ser la competencia matemática, en la que hay asignaturas que deben llevar el peso específico del desarrollo de esa competencia.
    Dicho esto, creo que lo que hace falta es que nosotros, los profesores, nos adaptemos a la sociedad actual y que nuestra metodología se adecue a formar personas competentes, no a llenar de conocimientos a los alumnos sin que éstos vean su aplicación real.
    Siguiendo el ejemplo expuesto sobre Ferrán Adriá, todos reconocemos que es un profesional excepcional y competente. ¿Esto se debe a que en matemáticas es muy bueno en cálculo, geometría, álgebra, ecuaciones y sistemas, funciones, estadística y trigonometría?. ¿O más bien, en matemáticas, Ferrán Adriá, "posee la habilidad para utilizar y relacionar números, sus operaciones básicas y el razonamiento matemático para interpretar la información, ampliar conocimientos y resolver problemas tanto de la vida cotidiana como del mundo laboral" pero ha contado con una buena formación básica y una excepcional Formación Profesional, ya que probablemente asistió a un buen Centro de FP, en donde le enseñaron todo lo que nuestro compañero comenta que sabe (cocción de alimentos, conservación, técnicas culinarias, preelaboración de alimentos, etc...)?.
    Los conocimientos específicos son para los Programas de Cualificación Profesional Inicial,la Formación Profesional, el Bachillerato o la Universidad. En Primaria y Secundaria Obligatoria debemos formar ciudadanos competentes, nada más.
    Un saludo

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  20. Estoy totalmente en desacuerdo con lo expuesto en el artículo. Me siento mucho más identificado con lo que escribe José Miguel Molés.
    Un saludo

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  21. Quizás lo mejor es que en los centros se vuelve a hablar de educación, y eso es ya importante en sí mismo. Nuestra educación es fragmentada, los chicos al entrar por la mañana se "adaptan" a la organización de los centros: horarios, departamentos, especialistas, áreas, materias, asignaturas,...etc, para aprender. Pero, ¿Qué hace nuestro regular modelo para "adaptarse" a la forma de aprender del ser humano?. ¿Cuánto trabajo interdisciplinar se hace en los centros?. Actuamos en cualquier situación sobrevenida aplicando infinidad de saberes, conocimientos y habilidades, y muy pocas veces de forma fragmentad, (bueno si, en la escuela). Luis Hernández Guerra, Asesor del CEP de Gáldar)

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  22. por favor un poco de seriedad, competencias básicas, indicadores de evaluación, subindicadores de los indicadores.... a quien queremos engañar??
    Todo se hace por lo mismo, bajar el nivel, hacer una educación más a la carta, que solo se examinen del indicador que han suspendido y chorradas de ese tipo para que cada vez sean menos autónomos y más borregos que parece ser que es lo que quiere toda la sociedad europea para que después de nosecuantos años y crisis puedan hacer y deshacer y los ciudadanos ni siquiera tengan el criterio para poder protestar. BORREGOS....
    Competencias, competencias, me pongo enferma, este año he hecho un curso de competencias, presencial, dado por un flipado que ya lleva 3 libros (subvencionados, claro....) y sigo sin tener fe. Cada día una chorrada mayor.
    Esfuerzo, esfuerzo y esfuerzo. Que el 5 vuelva a ser el 5, que las notas no dependan de si se porta bien o mal, de si trae o no los ejercicios o de si en casa sus padres se están divorciando. Vamos a empezar a separar las cosas.
    Esfuerzo. Eso es lo que hace falta.
    Menos asignaturas chorras y más horas de los ejes, lengua, matemáticas, física y química, inglés... los ejes bien asumidos para poder acceder a cualquier tipo de formación.
    Eso es lo que hace falta.
    Que de verdad nos empecemos a preocupar por los chavales a los que estamos formando y menos por las estadísticas o por llegar a la sesión de evaluación con un 80% de suspensos.

    Quién es bueno es bueno de verdad, mis alumnos de bachillerato dl 8 al 9,8 en PAEG como media, ayer llegaron las notas, sin competencias, sin bachillerato, simplemente estudiando, esforzándose, eso son los futuros médicos, ingenieros, profesores, abogados, filósofos y librepensadores.
    HAY QUE PERSEGUIR LA EXCELENCIA.

    Titulan por diver, titulan con pcpi, bolonia a la universidad donde pasan lista... bochornoso, que cuando tengas 70 años y te operen de prótesis de cadera lo haga uno que tituló por diver, mu buen chico, eso sí, y que iba todos los días a clase en la universidad y hacía unos trabajos en powerpoint maravillosos, a mi que me operen mis alumnos, que 5 van a medicina.ç

    Saludos y sentido común.

    Y para terminar, todos los ideologos de las competencias, donde tienen a sus hijos??? En centros privados de élite. Competencias para el pueblo, calidad para las élites. Eso es lo que estamos creando

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  23. aprender sí, pero ... , cómo?

    Este vídeo es una entrevista de Eduardo Punset a Roger Schank, especilista en inteligencia artificial. Su contenido apoya la necesidad de un cambio metodológico como único camino para lograr el desarrollo de las competencias básicas del alumnado.


    http://www.youtube.com/watch?v=tw1VVjvMF9k&feature=player_embedded

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  24. A los que abogan por el uso de las competencias argumentando que no es un invento español sino europeo , les preguntaría por qué Alemania en los próximos años y de la mano de la Sra Merkel pretende contratar a los universitarios españoles con carreras superiores y que no han sido educados en las maravillosas competencias.La respuesta es simple los contenidos y lo que se enseña, incluidas sus aplicaciones siguen importando y eso es lo que hace competentes a las personas para en un futuro poder acceder a una formación superior en cualquier profesión, siendo la primaria y la secundaria la base, aunque éstas esten bajo mínimos debido a tantas innovaciones de pacotilla que pretenden vendernos los políticos y por en de las administraciones educativas.Resumiendo "al pan, pan y al vino,vino".El que sabe, sabe y que se dejen ya de fastidiarnos con la panacea de las competencias.

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  25. Yo creo que la secundaria obligatoria no es el paso previo para la Universidad, en la mayoría del alumnado es el camino para incorporarse a la vida laboral y como mucho a un ciclo formativo, también para los que van a bachillerato podría valer un sistema educativo más acorde con los intereses y necesidades de nuestra sociedad. De verdad, ¿creen ustedes que lo que se ha venido haciendo hasta ahora es tan bueno como para no ensayar otras formas de educación?. Permítanme que lo dude, sólo hay que darse una vuelta por los institutos y comprobar lo que tenemos: profes que intentan impartir clases magistrales mientras su alumnado bosteza, interrumpe las clases y le falta el respeto. Alumnos que salen de 4º de la ESO sin una preparación básica, no saben leer, escribir o utilizar las operaciones matemáticas básicas.
    Aún así, no queremos mareos de cabeza, no queremos cambios, queremos más de lo mismo.
    Pues yo ..., qué quieren que les diga, llevo 34 años en esto y creo que, aunque cada vez me siento más cansada, en educación hace falta un cambio, no sabría asegurar si es el de las competencias básicas, pero por ahí deben de andar los tiros. También pienso que habría que dar mayor formación pedagógica al profesorado de secundaria.
    Suscribo lo que dice José Miguél Moles: "Ferrán Adriá, posee la habilidad para utilizar y relacionar números, sus operaciones básicas y el razonamiento matemático para interpretar la información, ampliar conocimientos y resolver problemas tanto de la vida cotidiana como del mundo laboral", mucha gente, como este genio de los fogones no necesita mayores conocimientos matemáticos.
    Y por último, no olviden que en la ESO tenemos alumnos brillantes, alumnos con dificultades de aprendizaje y alumnos con discapacidades.

    Un buen blog.
    Un saludo

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